La mutilación del cuerpo de la mujer es una práctica todavía común en demasiados países. Las dos prácticas de mutilación más extendidas son la mutilación de los senos y la infibulación. En ambos tipos, se trata de una tradición antigua que está aún vigente en determinadas zonas de África, donde las familias con hijas piensan que así las preservan de ser objeto de atracción sexual temprana, las alejan de las relaciones sexuales, consentidas o no, y las protegen hasta que llegue el momento de concertar su matrimonio. Esta es la razón que se aduce para la continuidad de esta vejatoria y cruenta práctica: impedir a toda costa el control de la mujer sobre su propio cuerpo, siempre cosificado, siempre obligado a no ser. Otra manifestación del patriarcado y de la dominación masculina, en palabras de Pierre Bourdieu.
Las madres u otras mujeres de la familia son las encargadas de "planchar" los senos en cuanto la niña presenta el menor atisbo de desarrollo puberal. Piedras calientes, objetos planos, palos de majar el cereal, pero siempre ardiendo para pasarlos una y otra vez, de arriba a abajo, apretando, sobre los pequeños senos que empiezan a despuntar. A veces, se les venda con telas calientes. Día a día, durante meses, hasta obtener el resultado deseado.
La agencia oficial de cooperación alemana GIZ (Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit http://www.giz.de/en/html/worldwide.html, que lleva trabajando en África más de 45 años, tiene un papel pionero en la lucha contra esta práctica que, según sus estimaciones, afecta al menos al 25 por 100 de las mujeres en Camerún. Las mitad de las niñas cuyo pecho comienza a desarrollarse antes de los nueve años, sufren el planchado. Como resultado del mismo, quemaduras, heridas, abscesos, infecciones, incluso mayor probabilidad futura de cáncer. ¡En algunas regiones del país se justifica también el planchado por ser beneficioso en la producción de leche materna tras dar a luz!.
¿Qué medidas pueden ser efectivas para atajar esta práctica? Con la diseminación de información, la mejora en la formación y el empoderamiento de las mujeres. La agencia GIZ ha buscado la colaboración de RENATA (Réseau National des Associations de Tantines) http://www.tantines.org/?page_id=9, una red de 250 asociaciones de madres adolescentes de entre 12 y 18 años para la puesta en marcha de un programa de formación sobre salud reproductiva y SIDA, así como una campaña en los medios de comunicación para que las "tantines" -diminutivo cariñoso de tía en francés- se conviertan en agentes promotoras de este cambio cultural.
Consideremos a continuación la mutilación genital. La infibulación es una mutilación, total o parcial, de los genitales femeninos: ablación del clítoris, excisión del labio mayor o del menor, seguida por el cierre vaginal mediante sutura. Solamente se deja una pequeña abertura para la emisión de orina y la descarga de la sangre menstrual. La vagina se sutura con espinas de acacia, a la espera de que cicatrice. Esta práctica se remonta al antiguo Egipto y está aún vigente en más de 30 países de África y Oriente Medio y afecta a más de 130 mujeres en el lmundo, aunque ante la presión internacional y de organizaciones como UNICEF haya pasado a ser ilegal en algunos países. Por lo general es una curandera o mujer con experiencia en estas lides la que se encarga de realizar la infibulación. Para practicar la circuncisión, utilizan una cuchilla o un cuchillo afilado en una piedra para hacer el corte.
En la sociedad somalí se las considera intocables, ya que proceden de una tribu que no es descendiente del profeta Mahoma. Se les practica a las niñas cuando tienen entre 2 y 7 años y no se utiliza anestesia de ningún tipo. Lo más habitual es que la herida se infecte debido a las condiciones en que se lleva a cabo. Una vez más, la razón detrás de este delito contra la integridad física y moral de la persona está el peso de la tradición y la sumisión del cuerpo de la mujer a los dictados de la sociedad patriarcal, con el objetivo de que no pueda experimentar placer durante el acto sexual y se garantice su fidelidad conyugal. Como resultado, se presentan diversos problemas médicos a lo largo de la vida, desde infecciones urinarias, fístulas, hemorragias del útero, quistes,
La mujeres, además de las complicaciones obstétricas en caso de embarazo y parto, sufren un gran daño psicológico. Estas prácticas están reconocidas como un grave atentado a la integridad de las mujeres que lo sufren, inaceptables en el estado actual de reconocimiento de la dignidad humana, y estén catalogadas dentro de las violaciones de los derechos humanos basadas en la pertenencia de las víctimas al sexo femenino y al rol social que se les asigna en cuanto tales.
Por otra parte, se sabe que esta práctica también ocurre en varios países de Asia, Europa, Australia e incluso América. En el caso de Europa y, más concretamente, España, se deriva del aumento de la inmigración de personas provenientes de países donde sigue siendo una práctica común. El primer caso detectado en el estado español fue en Cataluña en 1993. Según el estudio "Mapa de la Mutilación Genital Femenina en España 2009" http://publicacions.uab.es/pdf_llibres/AAP0001.pdf, la comunidad autónoma con mayor presencia de las poblaciones subsaharianas que residen en el país, es Cataluña, seguida de Aragón, Andalucía, Madrid y Canarias. Mayoritariamente, proceden del África Occidental, cuyas poblaciones vienen de Gambia, Senegal, Ghana y Nigeria, sociedades gerontocráticas y patriarcales, donde las personas mayores legitiman y transmiten la tradición. El choque cultural se presenta cuando las niñas han nacido en suelo occidental, pero van al país de origen familiar en el verano y entonces corren el riesgo de que las propias abuelas las inicien en la tradición y las sometan a esta práctica.
Las graves consecuencias de tal práctica, que pesan sobre la salud toda la vida, ha motivado que tales actos hayan pasado a ser considerados como un delito de violencia contra la integridad físical y mental de la mujer y, como tal, están penados por la legislación española y la internacional (Declaración de la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos). No obstante, se aduce que esta problemática debe tratarse desde un enfoque integral y con respeto a las costumbres propias de las minorías. En este sentido, la mutilación genital no solo choca frontalmente contra al marco legal del Estado español, sino que es también una barrera cultural profunda, entre las creencias y tradiciones de los pueblos que la practican y los derechos básicos de una persona que conforman nuestra sociedad.
UNICEF en un informe reciente afirma que esta práctica se puede eliminar en una generación si hay un esfuerzo cultural apoyado por las autoridades locales de los países. Será la única manera de acabar de una vez con esta violencia intolerable contra la mujer.
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