domingo, 31 de marzo de 2013

El uso cotidiano de las redes sociales

El uso de estas redes sociales se viene incrementando rápidamente desde los últimos años convirtiéndose en una de las mejores representaciones de la web 2.0, caracterizada por la interactividad y la posibilidad de retroalimentación inmediata entre sus usuarios. Además de acceder a contenidos publicados por otras personas, los usuarios desean convertirse en protagonistas de todo lo que ocurre en Internet (Bringué y Sádaba, 2010), razón por la que generan sus propios contenidos o contribuyen a otros ya creados.

En el estudio realizado por la Universidad Rey Juan Carlos en 2011 se ha utilizado la encuesta cara a cara para la exploración de una muestra aleatoria de 553 estudiantes universitarios de la Comunidad de Madrid con edades comprendidas entre los 18 y los 24 años.

Los autores anticipan tres hipótesis : (1) existe relación entre la edad del usuario y el tipo de red social que  utiliza, así como la intensidad, duración y frecuencia de esta forma de interrelación; (2) las redes sociales sirven para reforzar lazos afectivos, familiares y de amistad ya existentes, pero no determinan el conocimiento de nuevas personas; y (3) los jóvenes que usan las redes sociales están más implicados en actividades sociales y cívicas, ya que les anima a la participación en actos o convocatorias en esta línea.

En 2011, en España había más de 13, 5 millones de usuarios en Facebook, 12 millones en Tuenti, 200 millones de mensajes diarios a través de su chat, 4 millones de fotos subidas y la reproducción diaria de 6 millones de vídeos desde su plataforma. Lógicamente, dos años más tarde, las cifras han variado pero nos sirven para tener una idea de las magnitudes que se manejan en el sector. No obstante, señala que la penetración y extensión de las redes sociales parece haber alcanzado su techo en España, por lo que la evolución será más cualitativa que cuantitativa. Más que crecer las ya existentes, la tendencia será la diversificación y segmentación de redes sociales temáticas.

Respecto al uso cotidiano de las redes sociales, aparecen tres conceptos clave a tener en cuenta:

a) Duración: el ciclo de vida de los miembros de la red, las características demográficas que marcan los ciclos en función de la edad, intereses, etc. En relación a la edad, nos permite conocer las primeras diferencias entre redes sociales. Mientras Facebook tiene un 21% de penetración entre menores de 18 años, Tuenti alberga el 60% de los usuarios de esta franja de edad (Bringué y Sádaba, 2011). Conviene recordar que Facebook se presenta como una red social para mayores de 25 años, lo que reaviva el debate sobre la fácil accesibilidad de los menores a webs o redes sociales de acceso para adultos. Otras redes adscritas a un público más adulto en España son: MySpace, Flickr y LinkedIn. Esta última marcadamente contextualizada hacia la promoción y la búsqueda de empleo. 

b) Intensidad: el grado de implicación de los actores vinculados entre sí a través de las redes, la mayor o menor incidencia que sobre el actor tienen los demás actores con los que está vinculado en la red. Sugiere no confundir “la intensidad de un vínculo con la proximidad física de los actores vinculados. De este modo, existen relaciones cara a cara que son menos intensas que otras que no lo son, y este es el caso que puede producirse con la existencia y participación en las redes sociales ‘online’.” (p.4).

c) Frecuencia: se vincula a la relativa repetición de los contactos de la red para que el vínculo perviva. Es interesante destacar lo que el artículo confirma: “[…] no necesariamente hay demasiada relación entre la frecuencia e intensidad de los contactos. Así, una alta frecuencia de contactos puede no generar necesariamente una alta intensidad en las relaciones. Por ejemplo, los contactos entre los compañeros de trabajo pueden ser regulares y frecuentes, pero su influencia sobre la conducta puede ser menor en una persona, que la que tienen los parientes muy cercanos a los cuales se les ve infrecuente e irregularmente.” (p.4).

Destaca la “feminización” de las redes sociales: son las mujeres entre 18 y 34 años las principales usuarias, lo que ha quedado también reflejado en otros estudios (Nielsen, 2011; Oliva Marañón, 2012).

La participación de los jóvenes en redes sociales se establece principalmente con la finalidad de contactar y comunicarse con sus amigos y/o familiares, lo que justifica para una mayoría del 63% su pertenencia como miembro. Seis de cada diez jóvenes responden que nunca utilizan la red social para contactar con personas diferentes a las ya conocidas, si bien existe un 10% en Tuenti y un 7% en Facebook que sí la usan varias veces al día para conocer gente nueva.

Las redes sociales tienen un papel fundamental en la dinamización y participación social: no sólo son una herramienta que permite informarse de los acontecimientos o eventos, sino que sirve para dinamizar activamente la participación en acontecimientos, cívicos, políticos o culturales. Son una vía para que los jóvenes aumenten su capital social, conozcan cuáles son las normas de interacción entre grupos y participen fuera de las redes sociales. En este sentido, los datos obtenidos en esta investigación reflejan que el 41% de los jóvenes encuestados participan entre una y varias veces al día en eventos o convocatorias que les entran a través de Tuenti, mientras que el porcentaje se reduce hasta un 25% en el caso de los que tienen un perfil en Facebook.

Referencia:

Análisis exploratorio-inductivo de los usuarios de redes sociales en España: perfiles sociodemográficos y predictores de las gratificaciones derivadas del uso continuado. Editor: Madrid: Universidad Juan Carlos I, 2012. En: III Congreso Internacional Comunicación y Riesgo (Tarragona, 18-20 de Enero de 2012). 16 p.

 


lunes, 25 de marzo de 2013

La regla de las 5 ó 6 W´s.

En Periodismo, las cinco W (también conocida como la regla de las cinco W y una H y como las seis W) es un concepto básico a la hora de reunir, redactar y presentar la información. El objetivo es conseguir la historia "completa" sobre algo.



La máxima de las cinco W (y una H) es que para que un informe sea considerado completo, debe responder a una lista de verificación de seis preguntas, cada una de las cuales comprende una palabra interrogativa en inglés:

Who?
¿Quién?
What?
¿Qué?
Where?
¿Dónde?
When?
¿Cuándo?
Why?
¿Por qué?
How?
¿Cómo?


El principio que subyace en la máxima es que cada pregunta debe obtener una respuesta basada en datos: los hechos que es necesario incluir en un informe para que se considere completo. Es importante que ninguna de estas preguntas pueda ser contestada con un simple "sí" o "no".

En el contexto del "estilo de noticias" para la creación de artículos periódicos, las cinco W son tipos de hechos que deberían incluirse en la "entradilla", o en los dos o tres primeros párrafos del cuerpo de la noticia, después de los cuales se permite más texto informativo. En la pirámide invertida ocuparía la zona superior, la que primero se lee.

Tradicionalmente los periodistas analógicos se han ajustado a estas conocidas reglas, pero se aplica también al periodismo digital, aunque se sigue manteniendo la estructura lineal en forma de pirámide invertida según el interés que cada una de las respuestas suscita al periodista en cada caso.

Una forma alternativa de ofrecer las noticias permite al lector escoger por sí mismo el orden y el número de respuestas que desea obtener al leer la noticia. Ajustándonos a la narrativa digital, la estructuración de la información debe ser completamente distinta.

Fuente:

Salaverría Aliaga, R. (2005). Redacción periodística en internet. Cap. 3.6.1. Pamplona: EUNSA.


martes, 19 de marzo de 2013

Los adolescentes madrileños y la televisión

En este libro se analizan las características de consumo de televisión por parte de los adolescentes de Madrid y, más concretamente, el papel que juegan las series de televisión en la transmisión de valores, ideologías y promoción de formas de vida concretas.

Se parte de reconocer el papel fundamental de los medios de comunicación en la forma de entender y construir el mundo, por lo que es necesario abordar su estudio desde una doble perspectiva: la representación social de la adolescencia que se proyecta desde los programas televisivos y la influencia que esos contenidos pueden tener en la formación de valores, actitudes y conductas en los jóvenes consumidores.
La perspectiva metodológica ha sido mixta (cualitativa y cuantitativa), empleando técnicas de recogida de datos tales como el grupo de discusión, la entrevista y la encuesta. Hubo cuatro grupos de discusión formados por padres y madres con hijos de entre 12 y 16 años y dos grupos integrados por chicos y chicas de 15 y 16 años.

Se realizaron también cuatro entrevistas semiestructuradas dirigidas a profesionales expertos del medio audiovisual (representantes de canales privados, públicos, productoras y asociación de usuarios) con el objetivo de tener información sobre la oferta, programación, producción, análisis teórico y defensa institucional de los usuarios. En cuanto a la encuesta, se pasó por entrevista personal domiciliaria a una muestra aleatoria de 800 jóvenes de 14-18 años de los 21 distritos de la ciudad de Madrid.

Algunas de las aportaciones de este estudio contradicen los tópicos que circulan a nivel social sobre el consumo televisivo de los jóvenes  y sus consecuencias, apuntando hacia nuevas formas de comprender los fenómenos que acompañan esta práctica sociocultural. De esta manera, se matizan los estereotipos en torno a la idea de que ya no se ve televisión en familia, que son los adolescentes quienes “controlan el mando”, que las familias están muy preocupadas por los contenidos televisivos que ven sus hijos, que jóvenes y adultos ven programación televisiva esencialmente distinta, o que las series juveniles tienen una gran influencia en el comportamiento de los adolescentes

En relación a las costumbres y hábitos en torno a la televisión, los resultados son los siguientes:

La televisión está presente en el 97% de los hogares de los jóvenes encuestados y, alrededor del 50%, dispone de una televisión de uso personal en su propia habitación.

El visionado en familia es inversamente proporcional a la edad de los hijos (cuanto más jóvenes son los entrevistados, más horas ven la televisión en familia), con un ligero aumento entre semana en comparación con el fin de semana. Resulta interesante destacar que, según el estudio, sólo el 12-30% de los jóvenes ve la tele en su cuarto, por lo que se desmonta uno de los estereotipos habituales. En todos los casos, la franja horaria de mayor interés es el “prime time” (21 horas en adelante), tanto si se ve en familia o de forma individual. Este aspecto es bien tenido en cuenta por las cadenas de televisión, cuya programación en esa franja horaria va dirigida a un amplio espectro de audiencias para “no perder” ningún espectador, de tal manera que muchas veces se rompen las teóricas brechas generacionales.

La incorporación de nuevos soportes electrónicos (ordenadores, consolas, videojuegos, dispositivos y teléfonos, TDT, televisión a la carta, streaming, etc.) ofrecen posibilidades que modifican la estructura de horarios, contenidos y rutinas establecidas con el receptor tradicional. Los usuarios valoran la posibilidad de gestionar el tiempo, su agilidad, su adaptación a la multitarea y la multifunción. En cualquier caso, es pronto para conocer si el consumo de televisión por Internet está restando espacio al receptor tradicional.

Todos estos cambios producen la sensación de pérdida de control por parte de los padres y madres en relación con el contenido que ven sus hijos. Aquí se evidencia el debate en torno a la responsabilidad educativa (reconocida) por parte de los adultos, que en ocasiones no asumen su papel a la hora de debatir y ayudar a sus hijos a interpretar los contenidos que ven. En cualquier caso, las conclusiones indican que no hay conflicto familiar en estas cuestiones porque buena parte del consumo televisivo es compartido por adultos y adolescentes, así que no existen desacuerdos de calado; por otro lado, las nuevas tecnologías sitúan a Internet como chivo expiatorio de buena parte de los “males” en relación a la influencia de los medios de comunicación, pasando la televisión a un segundo plano.

En cuanto a los contenidos, los padres y madres manifiestan su preocupación por la inexistencia de programación específica para adolescentes y consideran que los contenidos de los programas a los que éstos tienen acceso son, la mayoría de las veces, inapropiados (aunque también reconocen su incapacidad o dejadez a la hora de controlar el consumo televisivo de los más jóvenes). Reclaman, por lo tanto, una mayor regulación por parte de las administraciones públicas, así como mayor responsabilidad por parte de las cadenas.

Según este estudio, los programas más vistos por los adolescentes se dividen en cuatro bloques, en el siguiente orden: (1) películas, series nacionales de humor, series de animación y sátira y programas deportivos; (2) magazines de humor, series juveniles, concursos, series de acción y aventura, reportajes, programas de viajes e informativos; (3) ficciones seriadas extranjeras, programas musicales, realities y talent shows; (4) programas “de corazón” y series juveniles extranjeras.

El contenido de las series juveniles constituye el centro de las preocupaciones de padres y madres, a pesar de que éstas no son las más vistas por los adolescentes madrileños. Todos los entrevistados-encuestados reconocen que estas series presentan una realidad juvenil caricaturizada y estereotipada, amplificando aspectos morbosos y negativos (comportamientos inadecuados, lenguaje inapropiado, etc.). Sin embargo, los y las adolescentes manifiestan ser conscientes de la carga de estereotipo de las series, pero justifican su gusto por tales contenidos en su utilidad como mero vehículo de entretenimiento. A pesar de ser sólo distracción,  reconocen ciertas influencias sobre el comportamiento de “otros”: 32% en la manera en que se relacionan con los iguales, 28% en relación a las modas, 26% en la elección de amigos, 19% en las relaciones con los padres y alrededor del 15% en las relaciones con los amigos o la pareja, comportamientos relacionados con drogas, sexo, relaciones con profesores, etc.

Fuente:
Megías Valenzuela, E. (coord.); Rodríguez San Julián, E.; Megías Quirós, I.; Menéndez Hevia, T. (2012). Consumo televisivo, series e internet: Un estudio sobre la población adolescente de Madrid.  Madrid: Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción, 277 p.

Disponible en: http://www.fad.es/sala_lectura/TV_madrilenos.pdf. Acceso 12/03/2013

lunes, 18 de marzo de 2013

El periodismo digital

El “ciberperiodismo” es un término acuñado por Ramón Salaverría (2005) quien lo define como “el periodismo que utiliza el ciberespacio para investigar, producir y, sobre todo, difundir contenidos periodísticos con características propias”. El uso de un soporte distinto (la pantalla en lugar del papel) para leer es un tema habitual de discusión entre los defensores y detractores de uno y otro medio, pero Salaverría va más allá al plantear que no sólo la lectura, sino también la escritura es diferente si está dirigida para su publicación en un periódico impreso o en uno digital. El soporte digital tiene, entre otras características, la usabilidad que es clave para redactar y presentar contenidos digitales. También es importante la técnica de seguimiento del movimiento del ojo (lo que en inglés se denomina eyetracking) porque los usuarios no prestan la misma atención a un área u otra de la pantalla, sino que frecuentemente leen sólo lo que ocupa la parte superior de la misma y no bajan por la página (hacen scrolling). Ello bastaría para justificar el emplazamiento de ciertos objetos (por ejemplo, publicitarios) en las áreas que captan la atención preferente del usuario de los espacios digitales.

Por otra parte, sigue siendo mayoritaria la recomendación de estilos lineales para narrar las noticias en los periódicos digitales.  El medio digital no sólo responde a criterios tecnológicos (soporte digital, interactividad), sino que responde a criterios comunicativos (retroalimentación), criterios sociológicos (participación), criterios de lenguaje (narrativa digital), etc. El hecho de difundir un medio a través de un soporte tecnológico digital no lo convierte automáticamente en un medio digital. Esta situación se hace evidente con los contenidos de la televisión digital o de un periódico en formato PDF. En ocasiones confundimos medios digitales con medios “digitalizados”.

Por todas estas razones, los manuales de estilo del periodismo digital continúan refiriéndose a la pirámide invertida como un sistema adecuado para la redacción en la web. Los lectores no tienen tiempo para leer en profundidad, quieren saber lo esencial de la historia, por lo que los contenidos se deben presentar teniendo en cuenta el nuevo entorno digital. Si los lectores no satisfacen rápidamente su necesidad de información, abandonarán la lectura sin pasar de la zona superior de un artículo. Sólo los muy interesados bajarán por la página y llegarán a la base de la pirámide, donde están todos los detalles de la historia.

Fuente:

Salaverría Aliaga, R. (2005). Redacción periodística en internet. Pamplona: EUNSA.


domingo, 17 de marzo de 2013

La Generación Net y sus prácticas comunicativas

Se trata de un proyecto de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) financiado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo a través del Plan Avanza, cuya primera parte consiste en investigar las prácticas comunicativas que realizan los y las adolescentes españoles. Para ello, han realizado una encuesta dirigida a la población comprendida entre 12 y 18 años sobre el uso efectivo de Internet, redes sociales, videojuegos y móviles. La muestra final fue de 2.054 entrevistas, seleccionadas de manera aleatoria proporcional según Comunidad Autónoma y  realizadas durante los meses de marzo y abril de 2009. En la comunicación al II Congreso Internacional AE-IC Málaga 2010 se presentaron los resultados preliminares del estudio referentes a Internet, redes sociales y videojuegos.


Con respecto a la utilización de Internet, es fundamentalmente visto como un espacio de ocio. Casi la totalidad de los adolescentes consultados (96,7%) afirman haberse conectado alguna vez, aunque el porcentaje varía según el tamaño del municipio de residencia: cuanto más pequeño menor es el porcentaje de los que se conectan y viceversa. También muestran un índice elevado de virtualidad en los procesos de socialización, ya que la primera información que se da cuando se conoce a alguien en persona y se quiere seguir en contacto es el Messenger (53,3%), seguido a bastante distancia de la telefonía (31,5% el número del móvil y 0,8% el teléfono fijo de casa). Perciben la Red como herramienta de ocio/entretenimiento y de comunicación (82%), más que un medio de aprendizaje y/o formación, puesto que un 49% considera que la información que contiene no es de fiar y un 60% piensa que Internet no ayuda a aprender mejor o sacar buenas notas.

Más de la mitad (53,6%) de los encuestados han aprendido a utilizar Internet de forma autodidacta, aunque en el grupo de los más jóvenes de 12-15 años también les ha ayudado algún familiar (padres, tíos, hermanos o primos) en tres de cada diez casos. Por otra parte, el aprendizaje de la Red a través del colegio/instituto queda reducido al 16% de los adolescentes consultados. Estos datos nos muestran una población que ha aprendido “trasteando” por su cuenta, que se conecta principalmente en espacios informales y privados, como su propio domicilio (94.5%), pero no en espacios educativos formales (en clase o en alguna academia). A destacar que en el ámbito familiar, seis y tres de cada diez se conecta, respectivamente, en su propia habitación o en el comedor/salón, estableciéndose así una clara dicotomía entre los espacios comunes de la vivienda y los espacios de ámbito más privados o personales.

Otro de los apartados hace referencia al uso  de    redes sociales, blogs o fotologs. Ante la pregunta de cuántas plataformas conocen y/o en cuántas participan, los adolescentes mencionaron más de 60 diferentes y sólo el 13% no supo mencionar ninguna. Las más conocidas y usadas difieren según edad, sexo y Comunidad Autónoma de residencia, aunque en términos generales es Tuenti con el 48,4% de las menciones, la que ocupa el primer lugar, seguida a gran distancia de Fotolog con el 17,3% y Facebook, 15%. Más de la mitad de los consultados utilizan de forma habitual una Red Social (55,4%), mientras que el 12,6% utilizaba un Fotolog, el 0,4% un Blog y el 31,6% no utilizaba ninguna habitualmente. La actualización en las redes sociales es una tarea diaria para un tercio de los jóvenes, puesto que el motivo principal de su uso es la interacción social: hablar con los amigos (80%), seguir a sus contactos (67%) o expresar su opinión ante algo (61%). Se observa, pues, que los adolescentes hacen de las redes sociales un instrumento para relacionarse con los amigos y para expresar públicamente sus opiniones o intereses y no las utilizan como herramienta para sus estudios, ni para jugar o estar en contacto con familiares o profesores.

Finalmente, respecto a los videojuegos, sorprende comprobar que únicamente el 42,4% de los consultados afirma jugar habitualmente produciéndose diferencias significativas según sexo y edad: el grupo que más juega está formado por chicos de 12 a 15 años (67%) y el que menos por las chicas de 16 a 18 (14%). Por franjas de edad, el hábito del juego disminuye a medida que se incrementa la edad. Y en cuanto a la forma de jugar, mientras que los chicos tienden a jugar solos o en compañía de algún amigo, las chicas suelen hacerlo como una práctica más del ocio familiar. También son ellas las que en su mayoría consideran que los videojuegos son violentos y no aprenden nada con su uso, frente a la opinión positiva del 53% de los varones de 16-18 años. No obstante, nueve de cada diez adolescentes prefiere salir con sus amigos antes que jugar con videojuegos, existiendo una gran homogeneidad cuando se cruza con las variables de sexo y edad.

En resumen, el estudio confirma que la vía principal de acceso a las tecnologías digitales es el medio familiar-doméstico, de manera que el aprendizaje se realiza en contextos no formales (autodidacta o con familiares, fundamentalmente). A partir de aquí, los y las adolescentes van haciendo uso de las tecnologías y medios de los que disponen según sus intereses cotidianos, fundamentalmente la sociabilidad fuera de la familia, en torno a sus círculos más cercanos tales como amigos y compañeros de clase. Aunque los entrevistados relacionan estas tecnologías principalmente con el ocio y no con el aprendizaje, el hecho de compartir sus experiencias, inquietudes y opiniones constituye un espacio de aprendizaje no formal, de carácter colaborativo, que amplía las capacidades a nivel social, cultural, profesional o técnico. De esta manera, la juventud adquiere un importante capital-red, tal como lo definió Howard Rheingold en 2005.

Fuente:
Aranda, D.; Sánchez Navarro, J.; Tabernero, C.; Tubella, I. (2010). Los jóvenes del siglo XXI: prácticas comunicativas y consumo cultural. II Congreso Internacional AE-IC Málaga 2010: Comunicación y desarrollo en la era digital. Actas y Memoria final del congreso.

Disponible en: http://www.aeic2010malaga.org/upload/ok/204.pdf. Acceso 18/03/2013

viernes, 15 de marzo de 2013

TTPP (Trae Tu Propio Portátil)

A partir de los 8 años se puede empezar a programar… Bueno, más bien a entender las bases de la programación, lo que no es poco a dicha edad. Esta es la propuesta de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática (ETSII) de la Universidad de Valladolid y la Cátedra Telefónica de Movilidad y Educación, canalizada a través del Club de Jóvenes Programadores..

Las chicas y los chicos interesad@s se reúnen los lunes de 17 a 20h. en un aula de la ETSII en el Campus Miguel Delibes, en la que tiene cabida tanto l@s que ya tienen alguna experiencia como l@s que quieren iniciarse en programación. Ha comenzado de manera regular este pasado 4 de Febrero y de momento cuenta con 17 alumn@s. El aula dispone de monitores que ayudan, motivan y orientan en el aprendizaje, fomentan el intercambio de ideas y el desarrollo de la creatividad.



La idea surgió después de varias ediciones el año pasado de Scratch-Days, eventos en los que se explicaba a padres e hijos cómo programar. La chavalería aprendía a programar de manera divertida, con el desparpajo propio de la edad y, sobre todo, se daban cuenta de la importancia de la colaboración y el trabajo en grupo con otras personas de su misma o parecida edad con las que compartían intereses comunes. Los promotores del Club de Jóvenes Programadores confiesan que su objetivo no es sólo que aprendan a programar, sino que desarrollen la creatividad y el pensamiento lógico-abstracto.

En esta primera fase, han comenzado por usar el lenguaje Scratch, un sistema de construcción por módulos diseñado por el MIT (Massachussets Institute of Technology) que lo que consigue sobre todo es alfabetizar en programación, es decir, comprender las bases. Con este lenguaje se puede trabajar en proyectos de tipos muy diversos, desde la generación de animaciones hasta la programación de videojuegos, así como interactuar con el entorno a través de robots. En el aula disponen de motores, sensores y piezas para jugar con los Lego WeDo, así como varios robots educativos Moway (cedidos por la empresa Minirobots S.L.). A medida que vaya creciendo el número de usuari@s y su nivel de comprensión se añadirá el aprendizaje de otros lenguajes de mayor complejidad, tales como el AppInventor, Python, Alice...

La filosofía del Club de Jóvenes Programadores es “Aprender, aprender y aprender. A ratos, todos juntos. A ratos, cada uno solo. Aprender del monitor. Y enseñar al monitor. Aprender cosas nuevas. Aprender de lo que me gusta. Aprender a aprender. Aprender por disfrutar. Disfrutar aprendiendo”.

Para saber más:




lunes, 11 de marzo de 2013

¿Qué es la narrativa digital?

Podemos definirla como una nueva forma de narrar, no lineal, en la que se articulan audio, texto, sonido, video… permitiendo la convergencia de lenguajes y la multiplicidad de lecturas e interpretaciones. Otro aspecto importante es que permite la coautoría con el lector, quien construye en pie de igualdad el devenir narrativo. Ana María Arrieta tiene una presentación sobre “Narrativa Digital: Concepto y Práctica” en Prezi que, aunque es muy larga (59 slides) y con excesivo texto, puede ser un punto inicial de arranque para irnos familiarizando con sus elementos principales.

domingo, 10 de marzo de 2013

De apellido, "Digital"

En el tránsito de la adolescencia a la juventud muchos ciudadanos han crecido dentro de una cultura de uso de las tecnologías que abre un amplio abanico de posibilidades, pero que también plantea incógnitas de futuro. Las tecnologías y, en particular, las audiovisuales, tienen tal presencia en nuestra época que el léxico puramente técnico que las caracteriza se está desplazando al campo de las ciencias sociales y, por extensión, al lenguaje cotidiano. Así es el caso, por ejemplo, de palabras como “digital”, que nace de la oposición entre lo “analógico” identificado con el pasado, cercano aún, y el futuro “digitalizado”. Pero también de otros términos como “interactividad”, “conectividad/conexión”, “navegación en red” o “virtual/virtualidad”, que nacieron unidos al territorio de lo tecnológico y ahora aparecen directamente utilizados en espacios muy distintos.

Cualquiera de estas expresiones podría servir como apellido convencional de esa generación, la primera “alfabetizada digitalmente” de nuestra historia, que ha crecido dentro de la cultura de uso de esas tecnologías hasta definir a un grupo social para quien la red se ha convertido en espacio indispensable para su identidad. Generación net, nativos digitales, nativos interactivos…lo importante no es la etiqueta, sino comprender el impacto de ese universo digital en sus vidas y en la sociedad de su entorno.

Fuente:
Espín, M. (Coord.) (2011). Adolescentes Digitales. Revista de Estudios de Juventud, 92 Marzo 2011. INJUVE. 241 p.

Disponible en:
http://158.109.131.198/catedra/images/biblioinfancia/Adolescentes%20digitales%20INJUVE%202011.pdf