viernes, 20 de abril de 2012

Facebook y las emociones en los adolescentes


Así es el título de un artículo reciente de Ferrán Ramón-Cortés, publicado en EL PAIS Semanal del 15 de Abril 2012, pp 22-23. 

Desde el punto de vista de los adultos en general y de los padres en particular, no sólo preocupa el número de horas que los adolescentes dedican a la actualización de sus perfiles, respuestas y comentarios o subida de fotos, sino por el tipo de relaciones que establecen. La reticencia inicial se debe más a la falta de comprensión de una herramienta con la que los mayores no se han socializado y cuyo interés o utilidad no acaban de entender.

Para la gente joven -no sólo los adolescentes- Facebook se ha convertido en el medio principal de estar al corriente de todo lo que ocurre a su alrededor y lo que les sucede a sus grupos de interés. El "hasta luego" se ha convertido en el "ahora mismo", con esa facilidad de la comunicación inmediata y la vivencia en directo de las relaciones. 

Ramón-Cortés explora en la compañía de cuatro adolescentes el significado que tiene para ellos el uso de la red. Éstos destacan que la utilizan para ampliar sus oportunidades de relación y canalizar sus estados de ánimo, ya que la interacción es más fácil cuando no hay una situación de cara a cara, en la que pueden sentirse incómodos o vergonzosos de expresar sus sentimientos. Es decir, reaccionan y comparten sus emociones con mayor celeridad e intensidad que cuando se produce un encuentro de carácter físico. Incluso cuando ocurre éste, se puede dejar para el Facebook lo que no se han atrevido a decirse al verse en persona. Tanto sean conflictos en la escuela, con la familia o amigos, la red les permite desahogarse de forma rápida, por lo que desde un punto de vista psicológico les ayudaría a liberarse del malestar. 

No obstante, los especialistas en comunicación no recomiendan gestionar las emociones por esta vía, puesto que no se puede captar el tono exacto del mensaje dando lugar a malentendidos o, lo que es peor, a la pérdida de la capacidad de empatía con la persona que se está desahogando por esta vía. Tras leer por enésima vez que uno de los cientos de contactos ha tenido un día de perros, es fácil que no prestemos atención ni nos compadezcamos de esa persona. Simplemente, porque como resaltan en un estudio realizado por el neurólogo portugués Antonio Damasio de la Universidad del Sur de California, se necesita tiempo y reflexión para poder procesar algunos tipos de pensamientos sobre la situación física y psicológica de otras personas. 


Según la experiencia relatada en el artículo de EL PAIS, éste no sería el caso en las relaciones adolescentes a través de Facebook ,ya que la utilización de un lenguaje propio, con el que han nacido y en el que están completamente metidos, les permite mantener un diálogo muy vivo del que conocen todos los matices.  No tienen,por lo tanto, dificultades en la interpretación de los mensajes que sus amigos les hacen llegar. Si esto es así, bienvenida sea esta capacidad de compartir sentimientos a través de las redes sociales.

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